“(…) no hay acto que no sea coronación de una infinita serie de causas y manantial de una infinita serie de efectos”.
Jorge Luis Borges. Otras inquisiciones, 1952.
“Vivo de aquello que los otros no saben de mí”.
Peter Handke, Premio Nobel de Literatura 2019.
Desde el 27 de setiembre pasado, existe en Uruguay la posibilidad de acceder a la historia clínica electrónica (HCE), tanto para profesionales de las instituciones de asistencia médica como para pacientes del sistema de salud.
Este hecho, que ha pasado casi desapercibido para la población y ha merecido poca atención de parte de las organizaciones de médicos y usuarios, no es un cambio administrativo intrascendente, sino que constituye, a mi entender, una ruptura del paradigma vigente en la asistencia médica y en la relación médico-paciente (RMP). Hasta ahora, la historia clínica (HC), si bien es propiedad del paciente, quedaba archivada en la institución prestadora y se la solicitaba sólo para iniciar reclamos por presunta mala praxis o para ciertas diligencias administrativas. A partir de dicha resolución, estará disponible en línea para su titular independientemente del uso que se le quiera dar. El otro “propietario” de la HC, el médico (y personal de salud), “propietarios intelectuales”, poco tendrán que ver con el destino final de su “obra”. Por eso, creo oportuno volver al tema HC que he abordado, con otros enfoques, en esta serie de artículos.
Admito que lo que afirmaré es discutible y polémico. Hago apreciaciones, acudo a determinados referentes intelectuales, y planteo hipótesis y escenarios, sin pretender acuerdos, dado que se trata de un problema complejo. Mi objetivo es, sencillamente, problematizar el tema, es decir, trascender los meros hechos consumados, superar lo obvio y cotidiano, porque lo obvio y cotidiano encierra, tras su sencillez aparente, el germen de su propia historia y las potencialidades y consecuencias que señala Borges en el epígrafe: una infinita serie de causas y una infinita serie de consecuencias.